Veinte años después.
Camila estaba parada frente al ventanal de la galería, mirando las bulliciosas calles de Nueva York. Había heredado la belleza de su madre, también su talento innato para el comercio. A los veinticinco años, ya era una estrella emergente en el mundo del arte.
—Camila, es hora de la entrevista. —Le recordó su asistente.
Era una entrevista para la revista Time, con el tema "Siguiendo los pasos maternos: El imperio artístico de la hija de Mariana Morales".
—Camila, mucha gente dice que te pareces a tu mamá. —Preguntó el periodista—: ¿Qué opinas de eso?
Ella guardó silencio. —Nunca podré ser como ella.
—¿Por qué dices eso?
—Porque ella usó veintinueve años de vida para enseñarle a todos qué significa el amor verdadero. Y yo necesité dieciocho años para entender qué significa el arrepentimiento.
El periodista conocía la historia de esa familia y no siguió preguntando.
Después de la entrevista, ella manejó hacia el cementerio. Era el aniversario de su muerte. Cada año en