Diana vio esto, una astucia cruzó por sus ojos, tomó la botella y le sirvió otra copa a Juan.
—Señor Quiroz, antes me salvó y aún no le he agradecido. Realmente aprecio mucho todo el cuidado que me ha dado, pero no esperaba que por mi culpa la señorita Zelaya rompiera con usted, y que el señor Sanz también peleara con usted. Me siento muy triste. Pero señor Quiroz, en mi corazón usted es la mejor persona, no hizo nada malo. Ellos malinterpretaron nuestra relación, no entienden sus buenas intenciones.
Habló suave y delicadamente, sus ojos húmedos lo miraban, su tono lleno de adoración. La irritación en el corazón de Juan se calmó un poco, no dijo nada.
Diana se mordió ligeramente el labio, las comisuras de sus ojos enrojecidas.
—Señor Quiroz, en realidad me duele mucho verlo así. Claramente fue la señorita Zelaya quien primero tuvo una relación ambigua con otro hombre, pero ahora todos le echan la culpa a usted, lo acusan, lo malinterpretan. No es su culpa pero tiene que cargar con todo