—Señor Quiroz, ya pregunté al médico. El doctor dice que la señorita Zelaya está bien físicamente, se desmayó por hipoglucemia. Su cuerpo está algo débil, no hay fractura en el pie. Con un día de observación puede salir del hospital. Usted ha estado corriendo por la señorita Zelaya durante dos días sin descansar, su cuerpo no aguantará.
Miguel vio el cansancio en el rostro del hombre, no pudo evitar preocuparse y trató de persuadirlo.
—Además, la señorita Zelaya también dijo que descansara primero, que no se apresurara a venir a verla.
Daniel se frotó las sienes, su voz grave:
—Si no voy a verla, no estaré tranquilo. Conduce.
Miguel suspiró suavemente, no dijo nada más, encendió el auto y se fueron.
Diez minutos después, Daniel llegó afuera de la habitación del hospital. A través del vidrio transparente de la puerta, vio a Estrella sentada en la cama del hospital, sosteniendo un libro en las manos, leyendo concentradamente.
Su perfil era delicado y sereno, mechones de cabello caían jun