Estrella se aproximó y comenzó a limpiar meticulosamente cada una de las manchas de suciedad.
Lucas observó sus movimientos y soltó una risa burlona.
Carolina le lanzó una mirada de reproche, luego habló:
—Estrella, no te molestes. Lucas todavía es pequeño, aún no comprende las cosas.
—¿Con veinte años sigue siendo pequeño? —Estrella respondió con voz helada—. Cuando yo tenía dieciocho años ya trabajaba medio tiempo para ganar dinero. Él es una persona mayor de edad, ya no es un niño.
Al oír estas palabras, un brillo de culpabilidad atravesó los ojos de Carolina.
Lucas habló con fastidio:
—¿Qué te incumbe a ti? Estrella, no tengo tiempo para estar aquí perdiendo palabras contigo. ¡Apúrate y trae el regalo que Juan me mandó!
—No existe tal regalo.
Estrella habló con frialdad.
—¿Cómo es posible que no haya regalo? —Lucas mostró una expresión de incredulidad, luego como recordando algo, corrió hacia Estrella y la señaló con el dedo—. ¿Acaso enojaste a mi cuñado? ¡Por eso es que hoy ni siq