Javier apenas pudo descansar. Después del encuentro con los chicos había tratado de ubicar a Martín para enfrentarlo, pero, no había tenido suerte.
Así que esa mañana se levantó muy temprano para ir al encuentro de quien hasta hacía poco tiempo había sido su mejor amigo.
—Ya no vas a poder seguir escondiéndote Martín —murmuró el ingeniero mientras apretaba el volante con fuerza—. Es hora de que nos veamos cara a cara y me digas hace cuanto tiempo me han estado engañando.
Al contrario de Sam que la noche anterior, había tenido más lucidez mental sobre sus sentimientos, Javier estaba cada vez más confundido y angustiado.
Su orgullo estaba tan herido que lo único que podía ver era que Samantha no solo lo había desplazado de su vida si no que ahora su lugar parecía estar ocupándolo Martín.
De a poco en su mente, fue atando cabos. Conversaciones y actitudes que de Martín que él había pasado por alto y que ahora cobraban significado.
—¡Mierd@! —gritó furioso golpeando el volante—. Ya decía