Capítulo 20 No quiero nada

Apenas escuchó el nombre el bolígrafo se le cayó de la mano de inmediato. Martín se quedó por unos segundos mirando con perplejidad a su secretaria como si lo que le estuviera diciendo su secretaria fuera parte de un sueño, uno de los tantos que había tenido.

Samantha, la mujer que había amado desde siempre, había regresado.

—¿Qué estás diciendo? Ella —musitó, descreído.

—Esa chica... —sonrió pensativa—. Ahora que lo pienso ¿No es la que tanto buscaste? ¿La hago pasar o le doy una cita?

—¿Vos me estás jodiendo Inés? ¡Hacela pasar urgente! —exclamó el abogado con nerviosismo.

La mujer se echó a reír. No solo era su secretaria, Inés era como una segunda madre para él; a ella jamás se le escapaba nada en ese bufete, tenía la fama de ser la sombra de su jefe.

—Antes acomodate la corbata y peinate un poco. Parece que venís de una guerra y no de un tribunal.

Se levantó, pero sus piernas temblaban levemente. Pasó los dedos por su enmarañado cabello castaño claro, tratando de dominar el caos
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