Oliver estaba desesperado porque Emma le creyera, porque aceptará casarse con él y es que lo deseaba más que nada en el mundo. No sabía cuándo se había enamorado de ella, pero lo estaba y no consentiría el volver a perderla.
—Ahora y siempre, porque te amo y no dejaré de hacerlo nunca —afirmo, golpeando la silla de ruedas con frustración
—¿Como has dicho? —le cuestiono Emma, realmente sorprendida por sus palabras.
—Lo que has escuchado, te amo y no dejaré de hacerlo jamás. Quiero casarme contigo, porque no concibo la vida sin ustedes a mi lado, porque solo de ese modo podré ser feliz —le aseguro, acariciando la cabeza de su bebé; quien los veía fijamente, ajeno a su conversación.
—Yo... —trato de responderle Emma, pero estaba tan sorprendida que no le era posible.
—No te pido que digas nada ahora, solo escúchame —insistió.
—Solo toma mi mano y juntos construiremos un hogar, una familia y te juro aquí ante nuestro hijo que nunca te dejare, que sin importar lo que suceda y las dificult