En el comedor se encontraba Oliver, desayunando junto a sus hermanos y cuñada. No estaba muy animado, pero al menos era un avance de su anterior estado.
Emma llegaba a la reja delantera, cuando de pronto fue alcanzada por Luisa.
—Espere un momento —le pidió al llegar a su lado.
—¿Sucede algo, señora? —preguntó extrañada.
—Creo que hay cosas de las que debemos hablar; venga, acompáñame —le insto, regresando hacia la mansión.
Aunque un tanto confundida, Emma decidió acompañarla; después de todo aún faltaba un rato para que su turno en el centro de rehabilitación empezase y en cierto modo se lo debía.
Una vez en el interior, Luisa la guio directo hacia el despacho.
—No estoy del todo de acuerdo con tus métodos, pero no puedo negar que parecen dar resultados. Oliver ha salido al fin de su habitación y ahora esta desayunando en el comedor con sus hermanos. Tú has logrado en sólo unos pocos minutos lo que nosotros no fuimos capaces en meses. Aunque sólo fuese para pelear, él ha salido de su