Capitulo 2

- No se quien eres y no me interesa en lo mas mínimo, solo quiero que salgas de mi habitación cuanto antes y no regreses - le exigió siendo un tanto grosero.

- Si quieres que me valla vas a tener que sacarme tú mismo, porque tus gritos e insultos no me impresionan en lo más mínimo - le dijo con cierto tono de superioridad.

- Largo ahora mismo - le grito molesto.

- Ya te lo dije, si quieres que me valla vas a tener que sacarme tú mismo - le reitero sin impresión alguna.

Oliver entonces intento estirarse hasta el buró y tomar su teléfono para llamar a seguridad, mas Emilia fue mucho mas rápida y lo tomo primero, poniéndolo así lejos de su alcance.

- ¿Qué crees que haces? - le cuestiono furioso, pero sobre todo impotente. 

- Solo lo necesario; ahora déjeme ayudarle a vestirse y podrá bajar a desayunar con su familia - dijo tratando de acercarsele. 

- No pienso ir a ningún lado. Ahora salga de aquí, que no necesito de su ayuda - le ordeno con firmeza.

- Me parece que si me necesita - le dijo dando un par de pasos hacia la silla de ruedas y colocando las manos sobre esta.

- Claro, eres otra enfermera contratada por mis padres; pero no te acostumbres a esta casa, que ninguna a durado en este trabajo ni una semana. Ahorreme y ahorrese la molestia, marchese de una vez - le aconsejó tornando su tono a uno mucho mas conciliador.

- Me temo que no puedo cumplir con su deseo, así que ande lo ayudó a salir de la cama - le dijo Emilia con calma e intentado acercarsele.

- ¿Qué parte de larguese no ha entendido?. No pienso salir de esta cama, así que haganos un favor a ambos; baje esas cortinas y marchese ya mismo - le dijo hastiado de toda esa situación.

- Usted es quien no lo ha entendido; saldrá de esa cama de un modo u otro, así que la decisión sera básicamente suya - le dijo manteniéndose en calma, aún cuando estaba perdiendo la paciencia. 

- Claro que la decisión es mía y quiero hacerla valer. Quiero que se valla cuando antes de aquí - le dijo justo antes de volver a hecharse las sabanas encima.

- Lo siento, pero no puedo hacer eso. Ahora le ayudare a salir de la cama y alistarse para que pueda bajar a desayunar con su familia - le dijo caminado hacia la cama para tomar las sabanas y quitárselas en definitiva.

- No te atrevas a tocarme, que no iré a ninguna parte. Ahora marchate y no regreses, que no deseo verte - le grito con furia, pero aún entonces esta no se intimidó ante sus gritos y rabietas; las había visto antes en otros pacientes y no le impresionaban en absoluto.

- Déjeme ayudarle - le dijo colocando su mano en uno de sus brazos para incorporarlo, pero al apenas tocarlo este se volvió loco y quito su mano con lujo de violencia.

- ¿Acaso no me has escuchado?. Quiero que te larges, que me dejes solo y no se te ocurra volver a tocarme - le grito con todas sus fuerzas, volviendo su rostro rojo por la ira.

- No me iré hasta que salga de esa cama - le respondió decidida a lograrlo a cualquier precio.

Fue entonces por la silla de ruedas sencilla para acercarla a la cama.

- Ande, yo lo ayudó - le dijo tratando de acercarse de nuevo, mas este se lo impidió.

- Largo m*****a, he dicho que te vallas de una buena vez. No saldré de esta cama y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo - le dijo mas que convencido de que sería de ese modo.

Emilia entonces tomo el baso de agua que había en su buró, arrojándoselo al rostro sin mas.

Apenas Oliver salio del asombro inicial comenzó a gritar con fuerza, maldiciendo a diestra y siniestra, cosa que no la impresionó o asustó en lo más mínimo.

- Sepa que sus gritos no me asustan en absoluto - le aseguró, viéndolo sin un solo deje de alteración en su voz o expresión.

- Are mucho mas que gritar, eso tengalo por seguro. No sabe con quien se esta metiendo, pero se lo are saber muy pronto - le dijo incorporándose un poco. 

- Si bueno, pues para hacerlo tendrá que salir de esa cama y de la habitación - le dijo encaminándose hacia la puerta, mientras que él continuaba gritando sin parar.

Al salir al pasillo se encontró con Paolo, quien la veía con horror. Él lo había escuchado todo y esperaba ver salir a la joven hecha un mar de lágrimas o alterada al menos, pero no fue de esa forma y es que parecía tan tranquila como cuando entró. Este en cambio si la veía con angustia; además de que estaba acompañado por dos hombres mas altos y fornidos, los cuales parecían ser guardias. Tal hecho en cambio no le preocupo en absoluto a Emilia, quien le volteo a ver con tranquilidad. 

- Descuiden, Oliver esta muy bien; solo necesita que le ayuden a salir de la cama y asearse - les aseguró. 

Paolo se disponía a preguntarle lo ocurrido ahí adentro, cuando ella misma decidió decírselo y es que leía la pregunta en su rostro. 

- Se negaba a salir de esa cama, así que he hecho lo necesario para sacarlo. Ahora lo mejor sera que me marche o solo le pondré mas alterado y no te molestes en acompañarme a la salida, que conozco el camino - le dijo comenzando a caminar por el pasillo.

Una vez llego al pie de las escaleras se encontró con Luisa, quien se disponía a subir preocupada por todo el escandalo que se había escuchado.

- ¿Qué a ocurrido? - le preguntó angustiada. 

- Creó que necesito darle algunas explicaciones y se las daré si me regala algunos minutos de su tiempo - le dijo consciente de que le debía una disculpa por todo el alboroto causado.

- ¿Qué ha pasado exactamente en la habitación de mi hijo? - le cuestiono confusa. 

- Nos hemos conocido y le he pedido que saliera de la cama, que bajara a desayunar con su familia. Como ya se imaginara se ha negado, así que le arroje encima un baso de agua - le respondió como si dijese cualquier cosa y es que no parecía arrepentida en absoluto por su acción, tal como si no le viese el problema.

Tal hecho en cambio si llamó la atención de Luisa y la asustó. 

- ¿Qué haz hecho que? - le cuestiono encarándola e incluso parecía que saldría corriendo para ver a Oliver.

- ¿Qué tipo de enfermera es usted? - le cuestionó tornándose mas severa.

- Creí que el doctor Alvarez les había hablado de mi forma de trabajar - le respondió confundida porque no lo hubiese hecho.

- Nos comentó que tenias experiencia con pacientes con lesiones como las de mi hijo y que estabas capacitada para tratar con pacientes difíciles. Soy consciente que él es una clara muestra de eso y por ese motivo le pedimos te contactara - reconoció Luisa. 

- En efecto estoy capacitada y si soy tan buena en casos como el suyo es porque mi proceder es poco ortodoxo si quiere llamarlo de alguna forma. Aunque ha sido efectivo y eso lo he podido corroborar con mis pacientes, espero que mis referencias y recomendaciones puedan respaldarme - le dijo confiando de que fuera así, ante lo cual esta asintió.

- Es verdad que mis pacientes me odiaron y deseaban despedirme la mayoría del tiempo, pero les he ayudado a salir adelante - le dijo siendo brutalmente sincera con ella.

- El secreto es que no los trato como enfermos o discapacitados, sino como personas normales y con muchas posibilidades. Los forzó a salir del estado en que están y verse como tales. Los ayudo, pues aun cuando no puedan volver a caminar si recuperan un ritmo de vida lo mas normal posible. Soy consciente que no todos pueden aceptar mi forma de trabajar y por eso no suelo aceptar este tipo de trabajos con regularidad - le explicó siendo muy clara con su forma de pensar y proceder.

- Entiendo que él necesita alguien que practicamente lo obligue a salir de la depresión en que se encuentra, tal como nosotros no hemos sido capaces. Sin embargo, ha pasado por tanto que nos parece cruel imponerle a alguien como usted, aun cuando lo haga todo con las mejores intenciones - le dijo sintiendo pena por él.

- Si lo ocurrido es una muestra de su trabajo no podremos soportarlo. Aun cuando al par números a los que pude hablar han dicho maravillas de usted; no creo que sea lo que mi hijo necesita, así que siento que haya perdido su tiempo viniendo hasta aquí - le dijo dejando muy clara su postura, pero al mismo tiempo siendo amable.

Al escucharle Emilia sonrió con condescendencia y es que entendía que pensase de ese modo, pero sobre todo lo respetaba. Había ido ahí consiente de que podía no conseguir el trabajo y por eso no se había hecho ilusiones, lo tomaba todo como una experiencia mas. 

- Entiendo y no se preocupe, ahora si me disculpa me marcho pues tengo cosas que hacer - le dijo tendiéndole la mano.

- Claro y siento que perdiera su tiempo - le respondió Luisa estrechando su mano.

- Descuide y me disculpó una vez mas por todo lo sucedido - le dijo encaminándose hacia la puerta.

No obstante se vio detenida por Oliver, quien en ese momento arribó en su silla de ruedas. Vestía ropa seca, pero aún así estaba desaliñado. Su expresión era de pura furia, esta se reflejaba en cada respiración que daba.

- ¿Qué hace esta mujer aún en nuestra casa?. Quiero que se valla lo antes posible y no deseo volver a verla jamás - le exigió con firmeza.

Luisa entonces intento acercarse a él para tranquilizarlo.

- Hijo, debes calmarte por favor. Esto no te hará ningún bien - intervino su madre tratando de que se tranquilizara al menos un poco.

- No me calmare hasta que esta mujer salga de mi casa - le reitero cada vez mas alterado. 

Entonces Paolo se le acercó, intentando mediar un poco en la situación.

- Oliver, estoy seguro de que nuestra madre se encargara de que sea de ese modo; ahora anda al comedor y ahí podrás calmarte - le dijo sacándolo de ahí para así evitar una confrontación mayor.

- Tranquilo, que ya me iba. Por lo visto no lo ha matado salir de esa cama y ahora que se ha dignado a bajar, ¿por qué no desayuna con su familia y deja de compadecerse de usted mismo de una buena vez? - le dijo volteando a ver a Luisa para dedicarle una sonrisa y encaminarse hacia la puerta.

Por fortuna Oliver accedió y se marchó con su hermano hacia el comedor.

- No lo había visto nunca tan molesto como ahora, aun durante todos estos meses tan difíciles; entonces se había tornado mas bien sombrío. Lo mejor será que se valla - le aseguró Luisa, volviéndose un tanto severa.

- Si así lo desea me marcharé sin problema, solo permitame darle un importante consejo - les dijo viéndola sin intimidarse en absoluto.

- Sean duros con él y no blandos, orillenlo a salir de su habitación y es que no lo hará por si sólo, y eso podría causarle aun mas daño. No solo habló de daño anímico, sino también físico, pues necesita comenzar con su rehabilitación cuanto antes - les dijo abriendo la puerta para marcharse.

- Puede que mis métodos sean extraños, pero no podrá negar que son efectivos. Logre que saliera de su habitación al menos para gritarme y exigir que me marchara, lo cual es un avance a mi parecer. Incluso el odio o enojo es un buen aliciente si lo impulsa a salir del estado tan mermado en que se encuentra, tomelo en cuenta por favor - le dijo con formalidad.  

- Lo mejor que puedo aconsejarles es que hagan que luche por cualquier medio a su alcance - le dijo saliendo al fin de la casa.

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