Carter detiene el tenedor a medio camino y me mira.
—La saqué rápido de allí. Quería que tuviera una cita con su hijo — blanqueo los ojos —. Bastante ridículo, ¿cierto?
Deja los cubiertos despacios y se limpia la boca con la servilleta de tela. Toma su copa y da un largo sorbo, totalmente absorto en sus pensamientos. Frunzo el ceño. Estaba esperando una risotada o que gruñera que Audrey debía mantenerse alejada de mi vida, no este silencio. Miro a Natalia de soslayo y ella se encoge de hombros, tan curiosa como yo por su reacción atípica.
—Era Georgia Moone, ¿verdad? — murmura, con seriedad.
Ensancho los ojos y me yergo.
—¿Cómo lo sabes?
Suspira, pasando una mano por su cabello de ondas doradas.
—Audrey me habló de ella hace unos días. En realidad no pensé que realmente lo haría y que solo intentaba fastidiarme con el hecho de lo orgullosa que estaba de que su hija pronto se casaría con un acaudalado tipo — hace una pausa y arruga la frente —. Mencionó a los Moone como lo mejor p