Thomas exhaló lentamente, frotándose la nuca mientras esperaba su café. Había pasado la noche en vela revisando una y otra vez los mensajes de Helena, buscando algún indicio de lo que planeaba. Estaba a nada de presentar la demanda por la custodia exclusiva de Xavier, y ahora lo que menos necesitaba eran distracciones innecesarias de su ex.
El Café Lucca seguía igual que siempre. Un rincón discreto en el centro de la ciudad, lejos del bullicio y de las miradas curiosas. Durante años había sido su refugio, el único lugar donde podía respirar sin sentir el peso de la prensa sobre sus hombros.
Fue entonces cuando la vio.
Verónica.
Estaba en la barra, de espaldas a él, inclinada ligeramente mientras recogía su café. Vestía un pantalón de lino beige y una blusa blanca de seda, sencilla pero impecable. Su cabello caía en ondas suaves sobre su espalda y cuando giró para tomar la tapa de su vaso, sus ojos se encontraron.
Thomas sintió cómo un eco de memoria se desplegaba en su cabeza. Aquello