La tregua emocional que había sellado la noche anterior con Camila fue brutalmente interrumpida por la realidad corporativa. La fusión con Sterling Capital no podía esperar a la sanación del alma de Alexander Blackwood.
Un mes después de la contraofensiva a Taurus, el informe trimestral de Blackwood & Associates aterrizó en el escritorio de Alex. No era una victoria, sino una advertencia. El ataque de Taurus había forzado movimientos de capital arriesgados que, aunque necesarios para la supervivencia, habían dejado al bufete vulnerable. La Junta, nerviosa, exigió una auditoría interna rigurosa.
Alexander estaba de vuelta en su elemento: el miedo envuelto en un traje a medida.
—Es una caza de brujas, Julian —dijo Alex a su Director Financiero, paseándose como una pantera enjaulada en el ático, mientras Camila observaba desde el sofá.
—Es rutina después de un movimiento de liquidez tan grande, Alex —respondió Julian, con su tono tranquilizador habitual—. Solo quieren ver que el capital