—Si, ¿Por qué?— respondo y pregunto con más curiosidad.
, —Solo preguntaba, es que este apartamento es tan grande que creí que vivías con alguien más. Hay suficiente espacio como diez personas—dijo con una voz desconcertada que pronto olvidó cuando se inclinó hacia adelante y tomó la copa de vino que le estoy ofreciendo, se recostó sobre la cabecera de la cama y su mirada es tan inquisitiva que me hizo desear instantáneamente devorarla. Me reí un poco por lo que acaba de decir, que estaba más que seguro provenía más por mis fuertes ganas hacia ella y él increíble deseo que sentía por tener sexo. De no haber tenido ningún sexo durante varios días no estuviera con esta erección, tomé un sorbo del vino en mi mano lo que hizo que ella me mirara aún mas. —No, prefiero vivir solo, es mucho mejor asi— Me miró por un rato y luego sacudió la cabeza lentamente, me quitó el control remoto de mis manos y comenzó a buscar una canción, yo lo único que podía hacer era mirarla, cuando encontró lo que buscaba se recostó de nuevo y tomó otro sorbo de vino, disfrutandolo con una pasión que nunca había visto antes. »¿O está muy bueno el vino o realmente le gusta la canción?« Y si mi sospecha es correcta sobre la mirada que me dio antes ha puesto por lo último, se percató de que la estaba observando demasiado apartó la vista volviéndose a sonrojar de inmediato. —Nunca ningún hombre ha logrado intimidarme tanto como tu a mi— dice al tiempo que me mira y me da una mirada timida. —¿Eso es bueno o malo?— dije inclinándome hacia ella con una voz seductora. —Para mi, diria que tiene de ambas cosas— Me reí y me acomode igual que ella, ambos sentados en la cabecera de la cama, tomando una copa de vino, viendo el TV la música que está en ella, mientras hablamos y reímos. Hacer estas cosas con una chica que especialmente recogí en un club, era algo que nunca había hecho. Nunca me importaba la persona, mucho menos traerla aquí a mi apartamento. Siento que la casa es un lugar muy privado. Beber y ver la televisión mientras reimos, nunca había sido mi prioridad. »Adentrarme en ellas lo eran« Era más de follar e irme, ese es mi lema, no podía permitirme el lujo de apegarme y especialmente no en este momento. Pero ahora no sentía nada más que satisfacción, reír con ella y escucharla cantar las canciones de los temas que colocaba no era lo que tenía en mente cuando vi a esta mujer, todo lo que quería hacer era hacerla mía de todas las maneras posibles. »No es que ya no quiera, claro que todavía quiero hacer eso« Pero a veces lo que queremos no funciona. Estár con ella, sentir paz y satisfacción era igual de gratificante. Soy uno de los solteros más codiciados de toda la ciudad un maldito don Juan. Nunca en mi vida pensé que me sentiría así, como ahora mismo. No soy de los que muestran sus emociones. Pero ella me hace sentir muy bien. ¿Como puede una chica que acabo de conocer hacerme sentir de esta manera? El tiempo pasó y ella estaba profundamente dormida, considerando la cantidad de vino que consumió era claro que esto sucedería, sin pensarlo dos veces sobre la sonrisa que se formó mi cara al mirarla, la acomode y la cubri con el cobertor, fue una tarea fácil. Sabiendo que era fin de semana y que no tenía que despertarme para ir a trabajar, me acosté junto a ella y no tarde en quedarme dormido. [•••] POV Elizabeth Me despierto lentamente, sintiendo un fuerte dolor de cabeza que me late en las sienes. Los rayos del sol que iluminan la habitación son demasiado intensos y me hacen cerrar los ojos de nuevo. trato de moverme pero unos fuertes brazos que están alrededor de mí cintura me sujetan con fuerza, su toque se siente tan cálido y reconfortante, tanto que no quisiera ni moverme, ahí acostado trato de recordar lo que pasó la noche anterior. Al mirar a mi lado, veo a David dormido plácidamente. Su rostro es perfectamente definido y tranquilo. No puedo evitar sonreír al verlo y recordar la noche anterior. A pesar del dolor de cabeza y los efectos del vino, recuerdo todo lo que pasó la noche anterior. Los besos, las caricias y la risa que compartimos fueron momentos agradables que me hicieron sentir cómoda y conectada con él. Aunque no pasó nada más, me sentí bien en su compañía. Retiro su brazo y me levanto de la cama, me acerco a la ventana para mirar afuera. La luz del sol es intensa, pero me gusta la vista. Me siento un poco mareada, pero trato de enfocarme en el momento y disfrutar de la sensación de tranquilidad que me rodea. Al mirar a David de nuevo, me pregunto qué pasará ahora. ¿Seguiremos en contacto? ¿Fue solo una noche divertida o hay algo más entre nosotros? No tengo respuestas, pero estoy dispuesta a descubrirlo. Solo el podía ayudarme a superar esto. Me dirijo a la cocina, sintiendo el suave suelo de madera bajo mis pies. La cocina es impresionante, con electrodomésticos de alta gama y una isla central que parece sacada de una revista de diseño. Me siento un poco intimidada por la opulencia que me rodea, pero decido enfocarme en preparar un desayuno para David. Mientras busco los ingredientes, no puedo evitar admirar el apartamento. La decoración es elegante y sofisticada, con obras de arte en las paredes y muebles de diseño. Me pregunto qué hará David para tener todo esto. ¿En qué trabajará? ¿A qué se dedicará? Anoche no hablamos de eso, y ahora tengo mucha curiosidad. Me acerco a una de las ventanas y miro hacia afuera. La vista es impresionante, con la ciudad extendiéndose hasta el horizonte. Me siento un poco pequeña en comparación con todo esto. ¿Cómo es que alguien puede tener tanto? Me pregunto si David es uno de esos empresarios exitosos o tal vez un profesional de alto nivel. Regreso a la cocina y comienzo a preparar el desayuno. Decido hacer algo simple pero delicioso, como huevos revueltos con tocino y tostadas. Mientras cocino, sigo pensando en David y en su vida. ¿Qué secretos esconde detrás de esa sonrisa encantadora? ¿Qué lo hace tan exitoso? Una vez que el desayuno está listo, me dirijo de regreso al dormitorio. David sigue dormido, pero puedo ver que está empezando a despertar. Me siento un poco nerviosa al verlo, pero trato de sonreír y acercarme a él con una bandeja en la mano. —Buenos días— le digo suavemente, tratando de no asustarlo. —Te he preparado el desayuno—...