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Unas copas y un vino

No creo antes haber estado más nerviosa en mi vida.

Entramos en el ascensor del edificio de David, sentí unos nervios que no supe que existían en mi. Tuve que recordar cómo dejar salir la respiración, él dio un paso hacia mí en cuanto se cerró la puerta. En sus ojos pude ver una mirada depredadora, evanluandome de pies a cabeza.

No tengo experiencia con los hombres, esto es algo nuevo para mí.. Pero la forma en que este hombre me observa, es descomunal, nunca me había sentido tan deseada.

Me acarisio mis labios con su pulgar, este simple gesto me hizo estremecer. Su mirada y acciones gritaban peligro, y me había propuesto como objetivo de vida mantenerme alejada de tales situaciones.

»Es como un maldito imán«

Ahora mismo no importa nadie mas, nos estábamos besando con una necesidad que no se puede describir de otra manera que no sea ferocidad, me levantó de un tirón y envolví mis piernas en su torso. Ni siquiera registré ningún tipo de movimiento solo me sorprendí de mí misma accion.

Me llevo hasta su habitación y suavemente me recostó sobre la cama. Empezando a quitar mis plataformas.

Me aparte cuando ya el había empezado a quitar parte de mí vestido, le di una mirada timida.

El me miró extraño aún sin entender la situación.

Mire hacia otro lado y el hizo que lo volviera a mirar tomando mi barbilla con sus manos y obligándome a mirarlo.

—¿Sucede algo?— me preguntó con algo de preocupación, me miró durante unos momentos con una cara desprovista de cualquier emoción.

»¿Como diablos podía hacer eso?«

—No puedo hacerlo, lo siento— dije sacudiendo mi cabeza y agachandola, —Todo ah sido muy rapido—

—Claro, lo entiendo— dijo al tiempo que se apartaba de mi.

Me levanté y supe que ahora era el momento adecuado para irme, me levanté lentamente y acomode mi vestido.

Al momento en que me iba a colocar las plataformas me las arrebató.

Girándome vi a David completamente desnudo parado delante de mí mirándome con el ceño fruncido.

No pude mirarlo a los ojos, mis ojos estaban allá abajo, mirándolo por primera vez, abdominales perfectos que me hacían querer nada más que recorrerlos con mi lengua, pero incluso eso no fue lo que me dejó boquiabierta.

Su tamaño era algo que nunca había visto.

»¡Santo cielo!«

Nunca en mi vida había visto esa parte de un hombre, salí de mi trance cuando escuché una tos, levante mi cabeza para verlo avergonzada.

Me miró y dándome una sonrisa divertida se inclinó más cerca de mí, sus labios a solo una pulgada de distancia me hablaron.

—Te deseo tanto como tú a mí— dijo con su voz ronca, esa que me hizo estremecer al tiempo que erizaba mi piel.

Mi cara se enrojeció de inmediato.

Escuché su gruñido, y poniendo sus manos en mi nuca me vuelve a besar de manera descomunal.

—Tu hermoso rostro sonrojado provoca en mí muchas cosas que no puedo expresarte, no tienes ni idea— dijo, pero sin dejar de besarme y todo lo que quería era empujarlo pero mi cuerpo no reaccionaba.

Alejándose demasiado pronto dio un paso atrás dejándome con ganas de mucho más.

—Te iba a decir antes, que no es necesario que apresuremos las cosas— volvió a inclinarse y darme un ligero beso esta vez mordiendo una parte de ellos. —Me gustas y no te dejaré ir tan fácilmente, lo único que quiero ahora es disfrutar de tu compañía, siempre y cuando estés dispuesta aceptarlo estaré más que complacido de hacerte mucho mas—

POV David.

»Carajos«

Realmente ella es muy hermosa, y lo más sorprendente es que ni siquiera ella misma lo sabe.

Solo bastó con que mis ojos se encontraran con los suyos en el club, para saber que tenía que hacer la mía, sus ojos miel, los más claros que he visto se encontraron con los míos dejándome sin aliento, nunca había sentido esta necesidad por nadie. Yo no soy un hombre que desea de esta manera a una mujer, nunca he acostado con la misma chica dos veces.

Soy un típico imbécil eso lo sé perfectamente, pero así soy. Yo no puedo prometerle lo que no dare a una chica, especialmente a alguien como ella.

Elizabeth irradia inocencia y yo quiero corromperla de la peor manera posible y de la que sé.

Y es que la veo ahora mismo y ella es realmente hermosa, me encanta todo lo que veo en ella.

Su cuerpo es demasiado exuberante y exquisito, ella se hace desear al instante.

En el club no pude evitar ver que otras también ya le habían puesto el ojo, no se atrevieron acercarse a ella porque actúe de inmediato.

De no ser así, se hubieran legado como abejas al panal.

»Se ve tan sexy con ese vestido«

Sus sorprendentes curvas dejan mucho que desear.

La manera en que se comporta, camina habla e incluso su timidez es una vista rara para mí, por qué las chicas con las que me acuesto usualmente no son más que pretenciosas e interesadas, en cambio Elizabeth era simplemente... Ella misma en una mezcla de inocencia y belleza. Ni siquiera me di cuenta de que la estaba mirando de esta manera, y afortunadamente ella tampoco. En este momento toda su atención se encontraba era en sus dedos, quizás debido por los nervios.

—Ya vuelvo— ella asiente y salgo de la habitación.

Voy a la cocina y vuelvo a la habitación con una botella de vino con dos copas, regresé viendola sostener un libro y de pie en el pequeño estante de libros que tengo en la habitación, estaba tan entretenida que no me escuchó entrar.

Me acerqué a ella y dejé un tierno beso en su hombro, la vi sonreir y girar su cabeza suavemente para mirarme.

—¿Te gusta leer o son de lujos?— Río por su interesante pregunta.

—Claro que me gusta leer, ya todos estos libros los he leido—

Sonríe y al ver que tengo en las manos la botella y las copas va detrás de mí en dirección a la cama, toma asiento y me siento también a su lado, tomé el control remoto y presiono el voto de encendido, la gran TV se enciende y coloco algo de música para aliviar el ambiente, aparte tomo el otro y enciendo la chimenea para darle un toque más de romanticismo, ella se quedó sorprendida y se giró hacia mí con una expresión de sorpresa que pronto se convirtió en una sonrisa.

—¿Vives aquí solo?—preguntó con una voz tan dulce e inocente que me hizo querer devorarla a besos.

»Ella hace que mis ganas aumenten con solo hablarme«...

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