Cuando el taxista se detuvo frente a mi edificio, vi a Eli parado allí con una expresión preocupado en su rostro. Tan pronto como nuestras miradas se cruzaron, rompí a llorar. Escuche que abrió la puerta y me tendió su mano para que saliera del auto.
Le pagó al conductor y empezamos a caminar hacia el ascensor, el me hablaba, pero no pude registrar ninguna de sus palabras.
Cuando entramos a nuestro apartamento, el me llevo directamente a mi habitación, acostándome en la cama con mucho cuidado. Me giré de lado, tratando de calmar mi corazón acelerado y mis lágrimas inútiles.
Sabía que había tenido pesadillas antes, pero esta era como nunca antes. Realmente era real. Los dedos y los toques no podía soportarlos.
El me levanto, abrí mis ojos y lo vi empujándome a mi baño.
Me miró sosteniendo mi rostro con ambas manos. —Quítate la ropa y métete a la bañera. Todo va a estar bien— su voz estaba algo ronca, sabía perfectamente cómo esto lo afectaba a el también.
—Lo lamento— dije, completamen