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Efectos del alcohol

Siento el calor en mis mejillas, para evitar su mirada intensa y hablar con él ya que me he tomado tres copas del fuerte coctel.

Los demás llegaron y sus miradas junto a preguntas me están intimidando aún más.

—Esta muy bueno este hombre, que suerte tienes— me dice en un susurro, Stephanie.

Hasta mi cuñada me guiñó un ojo y se rió por el comentario de Stephanie.

Lo veo hablar con mi hermano y al tiempo me señalan.

»¡Dios mío!«

—Esto es tan difícil de ver— susurró Evangeline señalándome a esos dos hombres y no podía estar más de acuerdo con ella.

Nos trajeron nuevamente las bebidas y tomé la mía de inmediato, dando un gran sorbo, esperando que dejaran de hablar de lo que fuera que estuvieran hablando.

Le pase a Elias la bebida y le abrí los ojos, haciéndole señas para que se comportará. El se relajó ligeramente y me sonrío tomando un sorbo de la bebida, mi cuñada lo tomó y lo alejo de Alexander.

—Lo siento, el es muy protector. puede ser como una hermano mayor a veces— dije tímidamente y nerviosa de que Elías me hubiera hecho pasar vergüenza.

»¡Siento que el trago me está haciendo efecto!«

—Deberías estar agradecida, por saber que alguien te respalda y por las miradas que me está dando ahora, sé que un solo movimiento en falso de mi parte podría acostarme la vida— dijo con una sonrisa y supe que está bromeando.

Me reí por sus ocurrencias y esto se sintió tan bien, incluso si estaba borracha. Hacía bastante tiempo que no me reía con alguien que no fuera ellos.

—Me gusta mucho tu sonrisa, es la más hermosa que he visto—dijo en un susurro al lado de mi oído, antes de que pudiera reaccionar a su cercanía, siento como mi piel se eriza. Al tiempo que siento como con su cara en mi rostro aspira mi olor.

Se separo y la mirada que me dio hizo que mis piernas temblaran de tal manera que nunca había sentido algo como esto.

Nunca había sentido esta atracción por nadie, esta chispa y este deseo, pero estando tan cerca de él, extrañamente se sentía normal, se sentía bien.

Me levanté y me fui en dirección al sanitario. Entre una sonrisa de vergüenza y la sensación de mareo por las bebidas, caminé lejos de la mesa.

Tan pronto como gire la esquina, me empujaron contra la pared y David estaba sobre mí, besándome con un intensidad, como si nunca más fuera a ser besado. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo traje más cerca devolviendole el beso con tanta ferocidad y pasión que mi mente comenzó a dar vueltas.

Solo cuando nos quedamos sin aliento se apartó y tomó mis brazos de su cuello, me tense instantáneamente pensando que había hecho algo mal. Antes de que pudiera recuperar el aliento, sostuvo mis manos sobre mi cabeza con una de sus enormes manos y con la otra me agarró el cabello, tirando de él hacia atrás, obligándome a mirarlo con los ojos entes cerrados.

—Me encantas mucho, Elizabeth— gruñó y antes de que pudiera pensar volvió a besarme, esta vez con más velocidad y mucha más pasión. su mano dejó mi cabello pero no mi cuerpo, explorando tanto como podía trayéndome más acerca de él. Sintiendo su excitación en mis caderas, una situación de orgullo me invadió. Estaba haciendo que un tipo como él, que emanaba poder y control perdiera la cabeza.

Se apartó cuando se estaba volviendo difícil respirar. Dio un paso hacia atrás y me miró con sus ojos oscuros entre cerrándolos, estos me hicieron desear que volviera y me devorara.

Tomo mi mano y me atrajo más cerca, haciéndome tambalear, no sentir mis piernas y estar borracha no era una buena combinación. Envolvió sus brazos alrededor de mí y me atrajo más a él convirtiéndose en mi ancla.

Me voltio y quedé con mi rostro pegado a la pared, beso mi cuello cuando apartó mi cabello, con sus manos recorrió todo mi cuerpo. Al mirarlo, supe que lo quería.

—Tenemos que regresar— le dije entre los jadeos que me sacaban sus toques y besos.

Nos separamos y me bajé el vestido recomponiéndome del candente momento. Tomé su mano porque el me la tendió y nos fuimos nuevamente a la mesa.

No verlos en ningún lado me provocó nervios en el estómago.

Los busque y no los encontré por ningunas partes.

Al salir del club, David no me soltó de la mano, miré hacia todos los lados pero no habían rastros de ellos.

Me solté suavemente de su mano, y tomé mi bolso para sacar mi teléfono y llamar a algunos de ellos.

—Necesito hablar con mi hermano— le dije y me di la vuelta caminando hacia un lado.

Marqué muchas veces a uno por uno pero ninguno contestó, ni mi hermano ni mi cuñada.

Por último marqué el número de Stephanie y después de tres replicadas me contestó.

—Hola, ¿Donde están?—

—No te preocupes amiga, pasala super, aprovecha que tienes un hombre muy bueno a tu lado y déjate llevar— sin darme tiempo a que pudiera decirle algo más me colgó el teléfono.

Me dejó con la palabra en la boca y yo quedé sin saber qué hacer o qué decir.

Alexander se acerca a mí con su aura de poder y seguridad.

—¿Sucede algo?— pregunta.

—No se que sucede, no se a donde se fueron—

—¿Que harás? ¿Si gustas puedo llevarte a casa?— lo miro y no se que responderle. —Si gustas podemos ir a mi casa y seguimos tomando algo allá. ¿Que dices?—

—Esta bien— una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro y vuelve a tomarme de la mano, un lujoso auto se estacionó enfrente de nosotros y el se adelantó para abrirme la puerta.

Entro en esta y el lo rodea el auto para entrar en el asiento del piloto, enciende el auto y este se pone en marcha.

No sé que hago ni lo que pasará, solo estoy bajo los efectos del alcohol y dejándome llevar por el momento

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