11. ¿Pueden quitarme a mi hijo?
La mañana del sábado nos encontrábamos en la cocina haciendo la lista. Ese día tocaría hacer una compra en el supermercado, como todo fin de mes. Estaba mentalizada en comprar lo necesario, guardar un poco para la intervención de mi madre y suficiente para el transporte público. Calculaba que solo tendría un margen para buscar un trabajo por un mes.
Para muchos no era nada, pero para mí significaba que estaría con la cuerda al cuello.
—Mami, ¿podemos comprar mi cereal de chocolate? —Edward saltaba emocionado de un lado a otro.
—Claro, mi pequeño Ed —susurré, tachando de la lista la leche de almendra que tomaba para poder cambiarla por su cereal—. ¿Algo más, cariño?
—Mmm… —sonrió dando saltos— y quiero panqueques, muchos panqueques.
Dejé escapar un leve suspiro, cambiándolo por una sonrisa. Tachaba en mi lista el jugo que iba a comprar para mí, pensando que muy probablemente tendría que compensarme con agua. En mi lista estaban casi todos los alimentos para Edward y sus meriend