12. Ya he tomado una decisión
Los latidos de mi corazón eran similares a un tambor de guerra.
Mi pequeño, aun sujetándome de la mano, miró curioso todo a su alrededor. Entró conmigo a la sala donde ya habían acomodado a Dante en su lugar con sus abogados. Edward, sin comprender la magnitud de lo que pasaba, se acercó a su padre al soltarme, abrazándolo.
—¡Papi! —gritó de manera jovial buscando sus brazos.
—Hola, piccolo(pequeño) —lo abrazaba mientras se movía de la silla—. ¿Cómo estás?
—Bien ahora que te veo —se acurrucó en su abrazo—. Mi mami estaba muy nerviosa, anoche estaba llorando.
Dante, al escuchar eso, me observó con detenimiento. Negué con la cabeza y me acerqué a Edward para tomarlo de la mano y alejarlo de su padre.
—Vamos, Ed, sentémonos por aquí.
—Pero mami, ¿no me dijiste que veríamos a mi padre?
—Así es, cariño, pero recuerda que no estamos aquí solo para decir hola.
Nos sentamos en nuestro lugar y, tras un momento, apareció el juez. Su expresión se suavizó en cuanto vio a Edward, que parecía marav