Esa noche la guerra se declaró, el saldo más de sesenta hombres habían muerto, y con ellos Mía la hija del “Sabueso”.
Escaparon tan de prisa como les fue posible, Blake sangraba de su hombro izquierdo, pero el dolor no significaba nada para él en ese momento, la adrenalina en su sangre, solo le hacía pensar en una cosa poner a salvo a su jefe, al hombre que lo había recatado de las calles.
Al llegar a la mansión de él “Lobo” Blake intentó ayudarlo para descender del vehículo.
—Espera Blake —dijo el “Lobo” y tomó de las solapas a Blake.
—Esta noche salió tal y como la esperaba, no puedo mentirte, por un momento pensé que moriríamos en ese lugar pero no me fallaste —el “Lobo” tosió —al menos, moriré aquí en este lugar que fue de mi padre y su padre antes de él —dijo el “Lobo”.
—Señor no diga eso, pronto estará a salvo solo debo llevarlo a su despacho —dijo Blake con algo de entusiasmo, mientras su labios, temblaban.
—Blake, moriré ahora, y todos vendrán a quitarme esto, sé que no