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Un cuento de hadas, ese era mi ideal para una vida perfecta, solo que ahora no soy la princesa del cuento, sino la desquiciada bruja que planea como ser la única en tener su final feliz.

Isabella

Me dirijo al lugar que me indicaron para mi despedida, al llegar veo a todas mis amigas y a Mía, a la culpable de que mi corazón se esté muriendo. Sonrío ampliamente al acercarme y como toda una maldita hipócrita las abrazo a todas sin excepción.

—¡Te ves radiante Isa! —exclama Valentina, ella es una persona muy cariñosa y carismática, no tiene ni una pizca de falsedad en su personalidad.

—El amor me hace lucir así, tengo al hombre perfecto muriendo de amor por mí, puedo decir con seguridad que Steven lame el piso por el que camino y lo hace con placer —alego con seguridad y al mismo tiempo me fijo en la reacción de Mía.

Rueda los ojos.

—Es decir, no te casas con un hombre, sino con un perro que te obedece y menea la cola cada vez que le hablas —dice irónica—, yo, que tú, analizaba la situación antes de aceptar casarme.

—Mía, no seas así, Isa solo bromea, además todas somos testigos de cuán grande es el amor que Steven siente por ella y de cierto modo tiene razón, pero... —Gira verme—. Tú no te quedas atrás, si él lame el piso por ti, a ti se te van los ojos y el corazón detrás de él cada vez que escuchas su voz. —Eso fue hasta ayer, pero ninguna lo sabe.

Todas asienten y apoyan las palabras de Valentía menos Mía.

—Tienes razón —concedo—, y les confieso que anoche fue la última vez que hicimos el amor como dos solteros andando en el mismo camino, desde hoy estaré en casa de mis padres y no volveré a dormir con él hasta que no tengamos la bendición de Dios. —Mía disimula su molestia, pero un segundo fue suficiente para ver cómo su rostro se desfiguró instantáneamente.

En el mensaje que Mía le envió anoche a mi prometido le reclamaba el haberla dejado embarcada, según sus propias palabras le había preparado la mejor noche de su vida.

Trato de disfrutar la tarde con mis amigas y la traidora, de vez en cuando lanzo un poco de veneno disfrazado de miel, estoy segura de que Mía lo entiende, aunque es obvio que ni se imagina que ya sé sobre su relación con Steven. Hablo y hablo sobre lo hermoso que han sido los tres últimos años a su lado, y sobre todo resalto la manera peculiar que Steven tiene para demostrarme sus sentimientos. Claro, no sabía que lo que buscaba era tenerme bien engañada y el muy hijo de perra supo hacerle el nudo a la venda que colocó en mis ojos.

Nos tomamos algunos tragos, nada exagerado, debido a que decidí que mi despedida fuese algo bastante sobrio, no quería estar enferma días antes de dar el sí. Luego de cuatro maravillosas horas en las que descargué todo el veneno que me fue posible me despido de todas y a Mía, en especial le doy un abrazo extra largo acompañado de un beso en cada una de sus mejillas, le agradezco delante de todas por ser mi dama de honor, por estar siempre para Steven y para mí, por habernos apoyado en todo momento.

Cada una se va por su camino, mientras yo voy a realizar algunos cambios de último momento, necesito incluir algo que será muy importante ese día, incluso más que el vestido o los novios. Guardé silencio para evitar que se ofrecieran a ayudarme, aunque por la hora en la que voy es imposible imaginar que estoy atendiendo asuntos de la boda...

Cómo dije, me vine a la casa de mis padres con la excusa de pasar estos días con ellos antes de irme de luna de miel. Quiero contarles la verdad, pero al mismo tiempo quiero mi venganza y si mi padre se entera de lo que realmente sucede será él quien tome cartas en el asunto y no me basta solo con ver a Steven y a su familia en la ruina, quiero verlos humillados y hacer que el mundo entero les dé la espalda.

Los días con mis padres son los mejores, ellos me han enseñado a ser fuerte y a nunca permitir que alguien se burle de mí, quizás no les agraden mis métodos para hacerme respetar, pero sé que estarán a mi lado dándome todo su apoyo, después de todo soy su única hija, el centro de sus universos. Salgo de mis pensamientos al escuchar que llaman a la puerta, doy permiso para ingresar y mi madre se asoma en el umbral.

—¿Puedo pasar hija? —Sonrío al ver sus ojos iluminados.

—Claro ven, quiero que cepilles mi cabello como cuando era chiquita. —Extiendo la mano para darle el cepillo.

—Bien, pero debes sentarte en el piso, ya estás muy alta para mí —dice y toma asiento al borde la cama. Hago lo que me indica: me siento en el piso delante de ella y le doy la espalda—, ¿sucedió algo con Steven? —cuestiona apenas habiendo pasado el cepillo un par de veces.

—¿Qué es lo que pudo haber sucedido? —inquiero intentando darle la vuelta.

—Desde que tu padre te dio ese departamento no habías querido venir a dormir en esta casa y cuando él llegó a tu vida fue aún más imposible convencerte de que pasaras una o dos noches aquí, con nosotros —argumenta y me hace recordar que a ella no le puedo esconder nada, me conoce muy bien.

—Es la boda, mañana luego de la fiesta me iré y no los veré por un mes entero, sí, sé que existen las videollamadas, pero no es lo mismo. —Dejo caer los hombros—. Solo quería estar con ustedes antes de eso, pero si eso te genera dudas o inquietudes, será mejor que regrese a mi departamento y...

—Solo quería saber y estar segura de que Steven no ha hecho nada para lastimar a mi princesa. —Me da un beso en la coronilla y sigue peinándome.

No creo que esté convencida del todo, pero al menos me dejara en paz por el momento. Ella, al igual que mi padre, va a esperar a que yo actúe para luego ellos actuar en consecuencia. Cambiamos de tema y compartimos un rato especial, mi padre aparece una hora después y se une a la charla, terminamos en risas al recordar anécdotas sobre mi crecimiento. Espero que las cosas que me han contado sobre mí nunca salgan a la luz.

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