Te Amo
Te Amo
Por: Luna De Artemis
1

Los sueños no siempre son nuestro destino, a veces es necesario vivir una pesadilla para poder desterrar el mundo de fantasías de nuestra cabeza.

Isabella

Estoy tan feliz, ya solo faltan unos cuantos días para que mi sueño al fin se haga realidad, para que el amor que Steven y yo sentimos reciba la bendición de Dios. No sé qué sería de mi vida, si no lo hubiese conocido, todo sería tan distinto, tan simple, sin color.

Además, será el inicio de una nueva fusión, nuestras familias se unirán para volverse aún más fuertes y sólidas, además mi papá ha prometido ayudar a la familia de mi prometido con los problemas financieros que atraviesan.

Todo será absolutamente perfecto, mi vestido, él, la ceremonia, ya quiero que llegue el día para luego irnos a Indonesia de luna de miel. Salgo de mis pensamientos cuando escucho la voz de Steven, se oye... dejo salir un suspiro al verlo, está ebrio y arrastra las palabras, hoy salió con sus amigos a celebrar qué dentro de unos días dejará de ser soltero.

—Isabella. —Arrastra cada sílaba a medida que se acerca hasta donde estoy—. Eres una mujer increíble, eres perfecta y creo que me saqué la lotería contigo —añade, sin embargo, esas palabras viven en sus labios, no existe un solo momento en nuestras vidas, en dónde no me hable de su amor hacia mí.

—Vamos a la habitación, estás muy tomado —sugiero y lo tomo del brazo.

—¿Me harás el amor? —inquiere socarrón y lleva su mano hasta mi trasero—, esto me gusta.

Me gusta la idea de hacer el amor, pero detesto tener que soportar el hedor a licor, no es que yo no tome, es solo que nunca he llegado a este nivel de ebriedad y la verdad creo que ya me empiezo a sentir mareada de solo olerlo

—En ese estado lo único que haré será meterte a la cama. —Está muy mano suelta, me cuesta controlar dónde la coloca.

Con dificultad lo llevo a la habitación y dejo que caiga sobre la cama, la posición en la que queda me recuerda a los dibujos que hacen los policías en la escena del crimen de un asesinato. En fin, me decido por quitarle los zapatos y la chaqueta, pero al hacerlo su teléfono cae al piso.

Lo recojo y lo coloco sobre la mesita de noche mientras termino de acomodarlo.

—Pesas demasiado, ayúdame a subirte —le pido, pero en vez de ayudarme me complica todo.

—Duerme conmigo. —Me abraza y me obliga a pegar la cara a su pecho.

Resoplo y decido esperar a que se quede completamente dormido, ocupando la mayor parte de la cama. Pasan varios minutos, muchos a decir verdad hasta que al fin deja de moverse y de hilar palabras sin sentido. Con cuidado me libero y me levanto, al hacerlo la pantalla del teléfono se enciende, miro y veo el nombre de mi mejor amiga.

¿Por qué Mía le envía? Tomo el teléfono, sé que está mal revisar, pero soy curiosa y quizás le está ayudando a preparar una sorpresa para mí y si es así entonces lo voy a arruinar, mejor no veo el mensaje, no es correcto, dejo el aparato de nuevo en la mesita, sin embargo, la curiosidad o algo que desconozco me pide a gritos que lo vea.

De nuevo lo tomo y coloco su dedo en el sensor para desbloquearlo, abro el mensaje y leo. Todo se derrumba. De pronto la habitación se vuelve demasiado pequeña, me falta el aire y el dolor se acumula en mi pecho. Tengo el impulso de despertarlo a golpes y pedirle una explicación, pero en vez de acceder a ese deseo optó por salir de la habitación, corro a la sala con el teléfono en la mano.

De pie, en medio de la estancia reviso, veo todo el historial de conversación, y a medida que descubro el nivel de traición, las lágrimas se hacen cada vez más abundantes y la determinación por hacerlos pagar se convierte en una necesidad imperiosa dentro de mí.

Me envío las pruebas a mi teléfono, fotos, mensaje, audios y sus videos teniendo sexo. Los voy a destruir, se van a arrepentir de haberse burlado de mí, juro que haré que lo paguen muy caro. Regreso a la habitación y dejo el teléfono sobre la mesita de noche como si nada hubiese pasado, sin embargo, paso la noche sin poder dormir.

Tantas cosas pasan por mi cabeza, sus palabras de amor, sus gestos, sus detalles, los momentos vividos, la felicidad, su forma de hacerme el amor. Todo fue una completa mentira, todo este tiempo me tuvo engañada.

La mañana me sorprende sin haber dormido ni un solo segundo, pero no soy consciente de ello, no me siento cansada, no siento nada en realidad, un único pensamiento ronda por mi cabeza: seguir adelante con los preparativos.

—¡Qué dolor de cabeza! —Escucho su voz detrás de mí y es cuando me doy cuenta de que ya es de día—. Buenos días, amor. —Se acerca e intenta besarme, pero me alejo para evitar que me toque.

Siento asco.

—Todavía apestas, anoche llegaste muy ebrio —me excuso. Sonríe y me pide disculpas.

—Los chicos me hicieron tomar de más, dime qué no hice nada estúpido, por favor. —Niego con la cabeza, sin pronunciar ni una sola palabra.

Tengo que actuar con normalidad para que no se dé cuenta de que ya sé toda la verdad, pero es tan difícil. Me aparto y voy a la cocina, enciendo la cafetera y espero, cuando el café está listo me sirvo una taza.

—¿Puedes servirte tú mismo? Tengo muchas cosas que hacer hoy, ya casi es nuestro gran día y quiero ver los últimos detalles para que todo quede como siempre lo he soñado.

—No te preocupes por mi amor, ve y cuida que nuestro día sea el mejor del mundo. —Asiento y desaparezco sin decir nada más.

Sé bien que no puedo estar evitándolo sin hacer que sospeche, la boda me da una excusa, pero no es algo que me pueda servir por los cuatro días que aún faltan. Subo, me doy un baño y me preparo para salir, al bajar lo consigo con un tazón lleno de cereal con leche, es un inútil que ni siquiera sabe freír un huevo, claro siempre ha estado acostumbrado a que le sirvan y está muy seguro de que ahora yo me ocuparé de sus necesidades.

—Steven, me iré a casa de mis padres a pasar los últimos días de libertad con mi mamá, me acaba de llamar y me lo pidió —miento, me mira curioso y supongo es porque lo he llamado por su nombre —, me iré hoy después de reunirme con mis damas, harán un lunch como despedida —añado, pero su mirada continúa igual.

—De acuerdo, mi amor —resalta la frase: mi amor.

—Vale, nos vemos en el altar. —Le doy la espalda y salgo de mi departamento.

Mi papá me obsequio este departamento cuando entre a la universidad, eso fue hace mucho tiempo, ahora trabajo en una de las empresas de mi familia y puedo comprarme una casa igual a la de mis padres, pero cuando conocí a Steven creí que lo mejor para los dos era permanecer aquí, un espacio más íntimo para los dos.

No sabía que tan equivocada estaba ni lo caro que me saldría esa estupidez.

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