Regreso a la vida, pero me siento vacía, como si mi destino fuese vivir en una mentira. Amé y me traicionaron, jugué y me engañaron. Las mentiras son el estado favorito de mi vida.
Isabella
Abro los ojos con pesadez, el cuerpo me duele, siento la garganta reseca. El corazón me arde, es como si un fuego estuviese ardiendo en mi interior y me consumiera desde adentro. Cierro los ojos y recuerdo todo: ese hombre, el agua, la falta de oxígeno, Alexander… no, Lucían.
Un hombre que no conozco, un desconocido.
—Hija, ya despertaste. —Mi corazón vibra y el calor me invade al oír la voz de mi madre.
—Mamá —jadeo buscándola con la mirada.
Sus ojos brillan de emoción mientras las lágrimas resbalan por sus mejillas. Se acerca y deja un beso en mi frente, su llanto se vuelve un poco más profundo y me parte el corazón verla en ese estado.
—Ya estoy bien —musito entre sus brazos.
—Tuve tanto miedo, hija, no sabes todo lo que he sufrido —confiesa provocando que una punzada de dolor me atraviese el co