—¿Hablar con Cris? ¿Qué quieres decir?
Me arrodillé en el mullido colchón, para estar a su misma altura y nivelar nuestras miradas. La mía estaba cargada de angustía y la suya, de helada determinación.
—Lo iré a buscar, Sue y...
—¿Y qué haras? ¿Lo matarás?
Torció el gesto.
—No te lastimó, así que su vida no peligrará.
Mi voz, que quería elevar lo más alto posible, se convirtió en su siseo.
—¿Buscas tranquilizarme con eso? ¿Acaso solo lo golpearas hasta dejarlo al borde de la muerte?
En la cuna junto a la cama, Emily se agitó, a punto de despertarme. Jonathan fue con ella y le acarició el corto cabello, calmandola y ella siguió durmiendo. Entonces él y yo volvimos a mirarnos. En sus ojos, el odio que sentía hacía Cris bullía en un fuego apenas controlado, que él deseaba liberar cuanto antes.
—Sue, ¿piensas que no tengo derecho de hacerle ver sus errores? —su voz también se transformó en un siseo reprimido.
No tuve palabras para objetar aquello. Y no me quedó más que entender el despr