capitulo 36

Tras la última serie de visiones, Diego no podía quedarse quieto. Había algo que lo llamaba, un impulso que nacía en lo profundo de su pecho, como una brújula invisible guiándolo hacia lo desconocido. Estaba seguro de que el quinto y sexto guardián estaban cerca. Lo había visto en fragmentos de sueños, en símbolos que se revelaban a medias, en paisajes que se desdibujaban antes de que pudiera comprenderlos del todo.

Sentado en una esquina del refugio, con un mapa improvisado sobre la mesa y las marcas que había hecho Eugenia, Diego trazaba posibles caminos. A su lado, Aitana observaba en silencio, mientras Elías, el tercer guardián que habían encontrado en la estación abandonada, limpiaba un viejo machete oxidado.

—Tenemos que salir pronto —dijo Diego finalmente, rompiendo el silencio—. Los próximos guardianes están cerca. No sé cómo lo sé, pero lo siento. Como si algo dentro de mí los llamara.

—No estás solo —respondió Aitana—. Yo también lo siento. Desde que el símbolo se activó… es
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