7. INTENTANDO CURAR A TODOS
No entiendo lo que quiere decir papá. Miro a Mat, que se está convirtiendo en una bestia fuera de control. Rápidamente lo comprendo y choco mi hocico con el de Mat, le relamo toda la cara y restriego mi cuerpo contra el suyo, soltando feromonas. Los ojos de Mat vuelven a ser dorados.
—¡Gracias, mi Alfa! ¡Amonet está mucho mejor! —mi papá vuelve a inclinarse delante de mi Alfa, emocionado.
Mat aún respira de manera agitada. Lo siento temblar bajo mi cuerpo mientras sigo frotándome contra él, intentando calmarlo con todos mis sentidos. Su esencia, normalmente cálida y protectora, aún parece inestable, como si una tormenta se arremolinara muy dentro de él.
—Ast... no te detengas todavía —dice con voz ronca, un gruñido bajo que me eriza los pelos del lomo. Sigo obedeciendo, incluso cuando siento mis patas debilitándose por el esfuerzo y el cansancio. Pero no puedo parar, no cuando sé lo que podría pasar si mi Alfa pierde el control. Finalmente, sus latidos comienzan a ralentizarse,