6. LA LOBA AST
Salgo de la cueva; es de noche. Está nevando. Camino con cuidado hasta llegar a unos árboles. Tengo que saber dónde está Mat. Isis no quiere buscarlo, pero yo lo haré. ¡Curaremos a nuestro humano! ¡Y a nuestra madre! La cabezota de Isis no debe saberlo. ¡Oh, parece que se acerca alguien! ¡Ese olor, es Mat! ¡Mat, es Mat!
—¡Mat, Mat! ¡Soy yo, Ast! —corro feliz a su encuentro.
—¡Ast, mi Luna! ¡Qué alegría me da verte! —exclama al verme y roza su cuello contra el mío. —¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?
—¡Oh, Mat, discúlpame! ¡Todo fue culpa mía! ¡Isis no paraba de llorar! ¡Y yo hice que se diera cuenta de que Jacking era nuestro humano! ¡Debí esperar a que él se lo dijera! —exclamo enseguida porque no quiero que se moleste conmigo.
—Está bien, mi Luna. Lo arreglaremos —dice y me llena de alegría. —¿Cómo está tu mamá?
—¡Está muy mal, Mat! ¡No ha recobrado el conocimiento todavía! Cada día la siento más débil —le cuento, realmente preocupada. Tengo miedo de que mamá muera. —¿Crees qu