Miré hacia Amet, quien seguía sosteniendo el libro sagrado blanco con ambas manos. Parecía más serio que nunca, como si el peso de la ceremonia estuviera cargando su espíritu. Mi beta colocó el libro en la mesa frente a nosotros y sus dedos trazaron un corto círculo alrededor de los nombres escritos con tinta dorada. Sentí cómo la energía se concentraba en ese pequeño gesto, vibrando en el aire junto al susurro de algún idioma ancestral que no comprendía, pero cuya esencia era clara para mi espíritu.
—Ahora, mi Luna y mi Alfa, conéctense espiritualmente con todas las fuerzas benéficas del universo —nos indicó Amet con seriedad—. Con la diosa Nut, con la diosa Get, con la madre Luna y todas las energías espirituales positivas. Mi Luna tiene que emplear todo su poder para impregnar a sus cachorros de una gran energía espirit