No sé qué hacer; me he quedado helado al ver a mi Antoni brillando como el sol por lo furiosa que estaba. Siento a mi lobo Ammyt en mi cabeza.
—¡Despierta, Amet, vamos a marcar a las chicas! —me grita, pero todavía no me muevo de mi lugar. Solo puedo mirar a mi Antoni, que ya se ha quitado toda la ropa, mostrando su hermoso cuerpo y su vientre abultado, cargado de nuestros cachorros. Un miedo enorme me invade. ¡Tengo miedo de descontrolarme y hacerle daño a mis bebés, a mi amor! —Amet, si tú no vas a reaccionar, dame a mí el control —me dice de inmediato. —Quítate la ropa, Amet, ahora —me exige Antoni. Sigo sin reaccionar. No sé por qué, pero estoy congelado. Antoni se da cuenta y se pone de pie en la cama a mis pies. ¡Está completamente desnuda! —Empezaré yo sola, mient