TE PROHÍBO AMARME LOBO.2
TE PROHÍBO AMARME LOBO.2
Por: Bris
1. EL PODER DE LA PRINCESA

Después de la revelación de nuestra Luna Suprema, nuestra manada está envuelta en un caos. Jacking sigue inconsciente. La barrera protectora de la manada fue destruida por la Luna Suprema. Teka-her también está muy malherida. Los ataques de los desterrados de Isfet y el alfa Nicolás se han incrementado.  

Bennu, junto a Merytnert, quien ha asumido temporalmente el cargo de alfa de la manada, mantiene la defensa. Amet busca con desesperación cómo hacer que el Alfa Supremo reaccione. La Luna se niega a hablar con todos. Permanece encerrada, junto a sus padres, en una de las cuevas medicinales.  

Hemos descubierto que podemos hacer que Mat tome el control del Alfa Supremo. Aunque corremos el riesgo de que Jacking desaparezca para siempre, lo que sería un peligro enorme para todos. El animal perdería la razón y se convertiría en una bestia salvaje. Pero tenemos que arriesgarnos. Hemos sufrido demasiadas bajas. Debemos trasladar a nuestras manadas.  

—Amet, ¿ya decidiste la locación a la que nos trasladaremos? —pregunta Merytnert.  

—Meryt, tengo varias locaciones donde no existen manadas, pero quiero consultarlo contigo —le explico de inmediato.  

—Dílas, entre los dos elegiremos la mejor —está impaciente.  

—Pienso que siempre hemos vivido cerca de las montañas nevadas y los bosques. Necesitamos ambos. El Monte Everest, en Nepal, sería mi primera opción. La parte sur da al mar, y la población humana queda bastante alejada. Lo inspeccioné y no habita nadie —explico con seriedad.  

—¿Qué otras tienes? —pregunta nerviosa—. No me convence, necesitamos también llanuras.  

—Entonces Pyramiden, en Noruega, será la mejor opción. Es una zona que casi no ha sido pisada por los humanos. Es muy desolada. Es extensa, pues era una ciudad minera, pero fue abandonada. Tiene una gran montaña en forma de pirámide, en la cual podríamos emplazar nuestra manada. Lo que no tiene son grandes extensiones de vegetación ni mucha flora.  

Sigo explicando que El Labrador, en la península de Canadá, sería otra buena opción, aunque el clima siempre es muy frío. Posee grandes extensiones de terrenos inhabitados, y las poblaciones, tanto humanas como de lobos, están a una gran distancia. En estos momentos, sería un buen lugar para esconder la manada. También podríamos hacerlo en los Alpes, en la isla de Borneo, en Malasia, o en los Andes, en América del Sur.  

—Prefiero algo que nos aleje lo suficiente de todo el mundo, de difícil acceso —insistió ella.  

—¿Entonces El Labrador, en Canadá? —Es la más desolada y alejada de todo.  

Está de acuerdo. Debemos protegernos mientras el Alfa despierta. No le digo nada; la dejo que siga hablando, pero me preocupa una cosa:  

—Merytnert, ¿cuándo vas a visitar a la Luna Suprema? —pregunto directamente.  

—No lo sé, Amet. No creo que pueda aguantarme sin atacarla, por lo que le hizo a mi hermano —se deja caer en el sillón.  

—Meryt, tienes que entender que es un problema de tu hermano con su Luna —le recuerdo.  

—Lo sé, Amet. ¡Pero eso no duele menos! —vocifera con todas sus fuerzas.  

Merytnert no puede contener más su furia; su pecho se agita como si necesitara un escape inmediato. La observo marcharse sin decir nada. Hay algo en su paso apresurado, una mezcla de dolor y orgullo, que la hace sentir que tiene que enfrentarlo sola.  

—Está bien, cuando estés lista, avísame —le digo, porque puedo ver que no está lista.  

—¿Antoni, cómo está? Con esta guerra, apenas la he visto —pregunta para cambiar de tema.  

Le cuento que mi linda esposa ya domina mejor algunos poderes. Pero, como es el Alfa Supremo quien tiene que sacar a su loba. También le digo que se la pasa en la clínica, ayudando en todo lo que puede.  

—Me alegro de que esté mejor. Dale un beso de mi parte. ¿Cómo crees que debemos trasladar la manada? ¡Somos muchos! —retoma de nuevo el asunto del traslado con un suspiro.  

La noche está cayendo y el ambiente está cargado de tensión. Afuera, el ulular de los lobos anuncia que los vigías han detectado algo más. La sensación de peligro constante comienza a desgastarnos. Es evidente que nuestra posición actual es vulnerable, pero mover a toda la manada tan rápido y con tantas bajas nos dejaría desprotegidos.  

—Estamos tratando de que Mat tome el control, y lo haga él, convertido en Alfa Supremo, con nuestra ayuda —le explico con un suspiro.  

La decisión sobre el traslado debe concretarse pronto. A medida que pasan los días, la Luna Suprema se encierra más en su mundo, y Jacking sigue sin despertar. La manada se está desmoronando en un caos desesperado, y cada acción que tomamos es un paso hacia la supervivencia o la destrucción. Es un gran riesgo despertar solo al lobo.  

—Pero, ahora que tiene su Luna, ¿no la necesita? —pregunta intrigada.  

—No sabemos. Lo vamos a comprobar —contesto, muy a mi pesar.  

La puerta se abre de repente para dejar pasar, en ese momento, a Horacio y Bennu, quienes cargan a Héctor, muy malherido. Merytnert, al verlo, corre a su encuentro, aterrada al ver a su esposo en esa condición.  

—¿Qué pasó, Horacio? —pregunta Merytnert, mientras recuerda el dolor que había empezado a sentir hacía unos veinte minutos.  

De inmediato, Bennu procede a dar el parte de lo sucedido. Explica que estaban patrullando la zona de la antigua manada Luna Nueva y se encontraron con que el antiguo Manuel estaba introduciendo desterrados en el territorio de la manada. Comenzaron a batallar y unos vampiros lo hirieron.  

—¿Por qué no lo llevaron rápido a la clínica? —pregunta, mientras revisa a su esposo.  

—Lo llevamos, pero el doctor Aha nos dijo que tienes que curarlo tú, con el poder del rayo —explican de inmediato.  

—¡Pero yo no sé hacer eso! —dice desesperada Merytnert.  

Los ojos de Merytnert se llenan de lágrimas mientras abraza el cuerpo de Héctor, quien apenas puede mantenerse consciente. Su respiración es lenta y pesada, y la palidez de su piel indica que no hay tiempo que perder. Meryt lo sostiene entre sus brazos, mientras el resto aguarda en silencio. La presión sobre ella es palpable, pero la incredulidad inunda su mirada.  

—No puedo hacerlo… ¡Nunca lo he intentado! —repite, casi en un susurro quebrado.  

—Meryt, no tienes opción —interviene Bennu, su voz firme pero preocupada. Horacio lo respalda con un leve asentimiento. —El doctor Aha sabe lo que dice. El poder del rayo está en ti. Solo tienes que confiar en que tu instinto haga el resto.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP