Netfis me miró desafiante, mientras en mi interior trataba de no reírme divertido al ver su actitud. Me sentía muy bien.
—¡Amor, no les digas esas cosas! —me regañó—. ¡Van a pensar que yo soy la mala y tú el bueno! —No he hecho nada, amor —no pude aguantar la risa—. ¿Ven lo que les digo, bebés de papá? ¡Tenemos que portarnos bien! —¿Por qué solo dices bebés de papá? —siguió ella molesta—. ¡Son nuestros, de papá y mamá! ¡ Mejor de mamá y papá! ¡Yo soy la que los lleva adentro! ¡Entonces son míos primero! No podía dejar de reír. Mi querida esposa, en esos momentos, era realmente adorable. La abracé con cariño, aceptando todo lo que me pedía. —Ven acá, mi