Me alejo de la habitación todavía con el corazón saltando como loco. Veo a mis hombres que vienen a mi encuentro.
—¿Qué te pasa, hermano? ¿Por qué estás tan asustado? —pregunta mi beta, Amet. —Es mi Luna, me acaba de dar un tremendo susto —respondo sinceramente—. ¡Pensé que me iba a rechazar! —¿Qué pasó? —preguntan los tres al mismo tiempo. —Todavía sigue con eso de creer que soy tres —explico mientras camino rumbo al despacho—. Pero voy avanzando; al menos ya me perdonó como humano. —¿Ahora solo falta que perdone a tu lobo, Mat? —pregunta Horacio. —Sí, pero eso lo veremos después. Vamos al despacho —les indico, haciendo que me sigan—. Bennu, dime, ¿aseguraste el perímetro? ¿Viste