CAPÍTULO 85 — El peso de lo no dicho
Isabella respiró hondo antes de bajar del coche frente a su oficina. En sus manos, el café que había comprado de camino ya se había enfriado. No necesitaba preguntar para saber que él estaba allí. Lo sentía.
Desde que Fátima le escribió la noche anterior, había sabido que ese encuentro era ineludible. Alex había ido a buscarla una vez, y lo haría cuantas fueran necesarias hasta obtener respuestas. Lo conocía demasiado bien como para engañarse: cuando algo se le metía en la cabeza, no se detenía hasta comprenderlo todo.
Al llegar a su oficina, lo vio.
Alex estaba de pie, junto a la ventana. Llevaba una camisa blanca arremangada, el cabello un poco más largo que antes, y esa expresión entre calma y tormenta que siempre lo había caracterizado. Se giró apenas al oírla entrar.
— Isabella —dijo con voz baja, casi un suspiro.
Ella se detuvo un segundo antes de responder. — Buenos días, Alex.
Él la observó unos segundos, intentando descifrarla. Había una m