CAPÍTULO 84 — Una mente inquieta
El reloj marcaba las siete y media cuando Gabriel cruzó las puertas de su oficina. Había dormido poco, apenas un par de horas, y aún así había decidido llegar temprano, como si trabajar pudiera silenciar lo que llevaba dentro.
No sabía con exactitud qué lo perturbaba. No podía explicarlo ni siquiera a sí mismo. Pero algo en la idea de tener nuevamente a Alex Ruiz cerca le resultaba insoportable. No era solo una cuestión de negocios ni de contratos; era algo más profundo, más visceral.
Desde que había sabido que Alex había ido a buscar a Isabella, un malestar inexplicable se le había instalado en el pecho. No entendía si era desconfianza, celos o una mezcla amarga de ambos. Lo único que tenía claro era que no quería verlo cerca de ella. No después de todo lo que había pasado.
El sonido del ascensor interrumpió sus pensamientos. Cuando las puertas se abrieron, Valentino ya estaba allí, esperándolo en la sala de juntas, con una taza de café y su habitual