CAPÍTULO 79 – Verdades al borde del café
El reloj marcaba las ocho y treinta cuando Isabella entró a su oficina. Llevaba el cabello suelto, un vestido color crema y el rostro cansado.
Apenas cruzó la puerta, encontró a Fátima sentada en su escritorio junto a la ventana, revisando la agenda del día.
— Buenos días, Isa —dijo Fátima al verla entrar—. Llegaste temprano, pensé que Gabriel te dejaría más tarde.
Isabella dejó su bolso sobre la mesa y se sentó en la silla frente al escritorio. Soltó un suspiro largo, casi como si soltara un peso invisible.
— Fátima, necesitamos hablar.
La voz le salió suave, pero con un temblor apenas perceptible. Fátima levantó la vista de los papeles y la observó con atención.
— ¿Sucedió algo? —preguntó, dejando la agenda a un lado.
Isabella se quedó en silencio unos segundos, buscando las palabras.
— Siento que me pasó un tren por encima —dijo al fin—. Y necesito descargarme, o voy a explotar.
— Voy a buscar café —respondió Fátima sin hacer más preguntas—