CAPÍTULO 75 — Parejas felices
El restaurante elegido por Gabriel tenía una atmósfera íntima, cálida. Isabella llegó unos minutos antes, intentando disimular el cansancio de los últimos días. Llevaba un vestido negro sencillo, su cabello suelto cayendo sobre los hombros y una sonrisa amable que no alcanzaba a borrar del todo la inquietud que sentía.
Esa cena debía ser un encuentro de celebración, una pausa entre amigos para hablar del nuevo proyecto que unía a los tres socios y de los planes personales que cada uno traía. Pero para Isabella, era también una prueba: mantener la calma frente a Camila, sabiendo que su relación con Alejandro —su hermano— seguía siendo una herida latente.
Gabriel llegó enseguida, como siempre impecable, con esa elegancia discreta que lo caracterizaba. Al verla, sonrió con ternura.
— Llegaste temprano —comentó, mientras le corría la silla.
— No quería llegar tarde. Después de estos días… necesitaba airearme un poco —respondió Isabella, jugando con la copa va