CAPÍTULO 74 — Recuerdos del pasado que florecen
Alex caminaba sin rumbo fijo, con las manos en los bolsillos y la mente todavía ardiendo por lo ocurrido en la oficina de Isabella. No quería regresar al estudio, no podía enfrentarse a las miradas inquisitivas ni a la rutina de planos y presupuestos. Sentía una mezcla extraña de culpa y necesidad, de rabia y ternura.
Decidió desviarse hacia la zona del nuevo proyecto, donde trabajaba junto a Gabriel y Valentino. Gabriel había mencionado en una conversación casual que aquel era el barrio donde Isabella había crecido. Esa frase, insignificante en su momento, ahora resonaba en su cabeza con un peso distinto.
Caminó sin prisa, observando las calles tranquilas, los árboles viejos que formaban un túnel de sombra, las fachadas desgastadas por el tiempo. Había algo familiar en todo aquello, una sensación de déjà vu que le erizaba la piel.
Mientras avanzaba, su mirada se detenía en cada casa, en cada jardín. De pronto, al girar por una calle ang