CAPÍTULO 65 — No soy yo, es el
Eran las seis de la mañana cuando Estela salió del departamento de Alex. Llevaba las gafas oscuras puestas, no por la intensidad del amanecer, sino para ocultar la mezcla de enojo, orgullo herido y tristeza que se reflejaba en sus ojos. Había pasado la noche entera dándole vueltas a ese nombre. Isabella.
Lo había escuchado claramente, escapando de los labios de Alex con una suavidad que solo se reserva a los recuerdos amados.
Intentó convencerse de que no significaba nada, de que había sido un simple desliz… pero no podía. No después de todo lo que había empezado a sentir por él.
Mientras conducía hacia su sesión de fotos, el volante se convirtió en su confidente silencioso. Sus pensamientos iban y venían con la misma intensidad con la que los semáforos cambiaban de color. Estaba enfadada, sí, pero también dolida. Había construido una imagen de sí misma como una mujer que lo tenía todo bajo control —belleza, fama, dinero, prestigio—, y de pronto, ese ho