CAPÍTULO 40 – Encuentro en el parque
El sol apenas daba sus primeros indicios cuando Alexander Ruiz se colocó los auriculares y tomó la correa de Toby.
—Vamos, Toby —dijo, abrochando el collar del perro, que movía la cola emocionado—. Hora de nuestro paseo, compañero.
Toby era un perro mestizo, de orejas grandes y ojos nobles. No tenía raza definida, pero sí una lealtad inquebrantable. Alex solía decir que se habían encontrado el uno al otro el día en que más lo necesitaban.
Había salido del hospital con la sensación de ser un extraño en su propia vida, con una mente fragmentada por los recuerdos incompletos y el eco de un pasado que no lograba reconstruir. Fue entonces cuando, al cruzar el parque frente a su nuevo apartamento, aquel perro flaco y de mirada triste se le acercó sin miedo. Se sentó frente a él y simplemente lo miró. Alex se agachó, lo acarició, y Toby no volvió a separarse de su lado desde entonces.
— ¿Sabes, Toby? —le decía ahora mientras caminaban—. Si tú la conocier