CAPÍTULO 153 – La verdad que destroza
Cuando Fátima vio a Bárbara salir de la oficina de su amiga, lo supo. No necesitó escuchar nada para entender que algo horrible había pasado. La expresión de Bárbara era suficiente: sonrisa de triunfo, andar confiado, esa mirada que solo usaba cuando había herido a alguien de la manera más baja.
Sin pensarlo, Fátima entró a la oficina.
La escena la dejó sin aire.
Isabella estaba derrumbada. Literalmente derrumbada. Sentada en el sillón, con los codos sobre las rodillas, cubriéndose el rostro con ambas manos. Sus hombros temblaban y su respiración se quebraba en pequeños jadeos. El llanto la sacudía entera.
— Isa… —susurró Fátima, corriendo hacia ella—. Amiga, ¿qué pasó?
Isabella levantó la mirada apenas. Sus ojos estaban hinchados, rojos, brillantes por las lágrimas que no cesaban. Apenas logró pronunciar:
— Fátima…
Y volvió a llorar.
Fátima se sentó junto a ella y la abrazó fuerte, tan fuerte como si quisiera pegarle los pedazos del alma que se l