CAPÍTULO 132 — El turno de ellas
La película aún seguía en pausa en el televisor, y Fátima, envuelta en una manta, dormía en el sillón con la boca ligeramente abierta. Isabella sonrió con ternura. La noche anterior había sido larga, intensa, necesaria. Lloró, se desahogó, y por primera vez en días logró dormir profundamente. Estaba muy agradecida con su amiga, que no la dejara sola.
El mensaje que recibió de Alejandro esa madrugada también la había tranquilizado. Él comprendía que aparecer en la boda de Camila no era lo mejor. Entendía que su presencia inesperada podía herir a su madre, a su hermana, alterar un día destinado a la felicidad. Prefirió esperar a que todo pasara para hablar con ellas. Ese gesto, esa sensibilidad, devolvía a Isabella un poco de la paz que tanto necesitaba.
Sabía que eso le daba margen para hablar con Gabriel con calma, sin presión, sin que un drama explotara en medio de la boda de su amiga. Podría contarle todo, enfrentar lo que viniera, pero no ese día. N