CAPÍTULO 121— Sonrisas fingidas
Isabella siente que el aire se hace cada vez más denso entre los dos hombres. Alejandro la mira como si conociera cada una de sus grietas; Gabriel la sostiene con una mano cálida, protectora, absolutamente ajeno al huracán que se forma a centímetros de él.
Necesita escapar. Necesita respirar.
— Voy al baño un momento —dice en voz baja, mirándolo solo a él, ignorando deliberadamente la presencia de Alejandro.
Gabriel asiente con preocupación.
— Te espero aquí. ¿Seguro estás bien, amor?
Isabella fuerza una sonrisa débil.
— Sí, solo… dame un momento.
Se aleja sin mirar atrás, pero siente el peso de la mirada de Alejandro quemándole la espalda, una mirada llena de algo entre desafío y nostalgia.
El pasillo que conduce al baño está silencioso, lejos del bullicio del evento. Isabella apoya las manos en el borde del lavamanos y respira hondo. El reflejo del espejo le devuelve una versión de ella misma que no reconoce: ojeras leves maquilladas, labios tensos, u