CAPÍTULO 104 – El comienzo de un sueño
Mientras se servía un vaso de agua, tomó el teléfono y escribió a Fátima:
[Llegaré tarde hoy. Pasaré primero por mi cita con la ginecóloga]
La respuesta llegó casi al instante.
[¿Todo bien? ¿Te sentís mal?]
Isabella sonrió. Si algo caracterizaba a Fátima, era su preocupación casi maternal.
[Todo bien. Exámenes de rutina]
Eso bastó para calmar la curiosidad… al menos por un rato.
El consultorio de la doctora Flores estaba especialmente tranquilo esa mañana. Isabella se sentó en la sala de espera por unos minutos hasta que una asistente la llamó.
— Pase, Señora Flores —dijo con amabilidad.
La ginecóloga la recibió con una sonrisa cálida, como siempre.
— Buenos días, querida. ¿Qué te trae por aquí?
Isabella se acomodó en la silla frente al escritorio, con las manos entrelazadas sobre las piernas para controlar los nervios.
— Buenos días, doctora. Vengo porque… —respiró hondo— quiero empezar los procesos para traer un bebé a este mundo.
La doctora Fl