- Abre los ojos- tardé un momento en obedecer esa orden y un poco más en acostumbrar la vista debido a la oscuridad. El azul del acuario fué iluminando la sala. Los peces se movían lentamente en un mundo lejano, ajeno a todo. Me quedé frente al cristal un largo rato. Hasta que mi corazón logró calmarse y el miedo fue desvaneciéndose.
- Esas personas... por mi culpa...
- Déjalo- me interrumpió Costas a mis espaldas. Cerré los ojos nuevamente
- ¿Cuándo va a terminar esto?-murmuré cansada pero mi cuerpo se estremeció al recordar a Alessa. Me volví hacia él con avidez- Préstame tu celular- él solo me lo dió sin hacer preguntas.
- ¿Hola?- casi caí al suelo al escuchar su voz fuerte y clara.
- ¿Dónde estas?
- ¿En casa y tú?
- ¿Estás bien?
- Tengo una especie de perro guardián aquí, estoy bien.
- No me esperes despierta.
- Ten cuidado- colgué y marqué el número de Emilio. Los pitidos me ponían nerviosa pero su voz no se escuchaba. Colgué y le devolví el teléfono- gracias- me dirigí a la sal