Emilio se liberó de mis brazos en un parpadeo y abrió fuego contra Costas mientras yo me ocultaba tras un mueble.
Cristales, plumones y trozos de madera caían en todas direcciones mientras yo solo lloraba impotente.
Las balas cesaron cuando Costas lo tacleó y comenzó a golpearlo en el suelo con furia. Rodaban por el suelo propinándose golpes contundentes. Emilio logró zafarse de él y arrastrarse por el suelo hasta alcanzar su arma. Al ver lo que pretendía, mi cuerpo se abalanzó sobre el arma de Costas, cerca de mí y le apunté muerta de miedo.
- ¡Esta noche tú morirás!- por un segundo todo se movió en cámara lenta.
Costas en el suelo, respirando con dificultad, Emilio apuntándole justo al rostro con la mirada desorbitada y yo, frente a ambos, oyendo mis latidos martillar mi pecho.
Mi dedo se colocó sobre el gatillo y disparé.
El sonido paralizó todo y el silencio se cernió sobre el lugar.
Los ojos de Emilio me enfocaron asombrados un momento antes de sonreírme con tristeza.
Su cuerpo