Evander llegó desde la cocina, una taza de café en la mano y un cuchillo asegurado en su cinturón. Su rostro reflejaba la misma determinación inquebrantable de siempre, aunque había una sombra de preocupación oculta detrás de sus ojos. Colocó la taza frente a Asteria y señaló el mapa con un movimiento de la cabeza.
—Aquí —dijo, tocando un punto en el papel con su dedo—. Este es el municipio más cercano. Si hay registros adicionales sobre Eris Drakos, estarán ahí.
Lysandra se giró desde la ventana, cruzando los brazos mientras evaluaba la estrategia.
—Es un camino directo, pero demasiado abierto. Si alguien nos está siguiendo, no podemos simplemente caminar hacia una trampa.
Evander asintió, su mandíbula tensándose mientras reflexionaba.
—Podemos usar las rutas secundarias del bosque. Será más lento, pero podremos evitar ser detectados.
Asteria levantó la vista, su expresión más firme ahora.
—¿Qué pasa si ya nos están esperando ahí?
Lysandra caminó hacia la mesa