El caos detrás de ella era insoportable.
Los golpes del bastón de Lysandra resonaban, cada impacto seco contra carne y hueso. Evander giraba sobre sí mismo, su cuchillo brillando bajo la luz filtrada del bosque mientras bloqueaba otro ataque.
Asteria sintió algo parecido a vértigo. Su cuerpo quería moverse, quería correr.
Pero su mente no podía ignorar la imagen de ellos peleando.
—¡Ve ahora! —rugió Lysandra, su voz cargada de furia y urgencia.
Asteria apretó los dientes. Su agarre sobre el cachorro se intensificó antes de girarse y empezar a correr.
El bosque se volvió su enemigo inmediato.
Las ramas se enredaban en su cabello, los arbustos arañaban su piel, y las raíces sobresalían como trampas que intentaban hacerla caer.
El cachorro gimió contra su pecho, su respiración rápida, su cuerpo tenso.
La adrenalina hacía que cada latido en sus venas sonara como un trueno en su cabeza.
Los sonidos del combate aún llegaban hasta ella.
Pero lo que realmente