Dos meses después.
El sol se filtraba tímidamente entre las nubes, iluminando el patio del colegio con una calidez suave.
Freddy esperaba junto a la reja, con su pequeña mochila a la espalda y los ojos atentos, escaneando cada rostro que aparecía entre los padres.
Sus ojos brillaron al ver a su madre entre la multitud. Corrió hacia ella sin pensarlo dos veces y se lanzó a sus brazos. Anahí lo sostuvo con fuerza, rodeándolo con sus brazos como si no quisiera soltarlo jamás.
—¡Mami! —exclamó, con la voz temblorosa—. Te extrañé mucho.
Ella le acarició el cabello, dejando un beso sobre su frente.
—Yo también, mi amor.
Detrás de ellos, llegaron los trillizos, tomados de la mano de Hermes y Darina. Rossyn traía un lazo rosa desordenado en el cabello, y los niños reían entre ellos por algo que solo ellos entendían.
Freddy los saludó con alegría, pero luego su expresión cambió. Se giró hacia su madre con una mueca preocupada.
—Mamita… ¿Y mi papito?
Anahí contuvo la respiración por un instante