Sienna salió de la clínica con el corazón acelerado, la adrenalina corriendo por sus venas.
Condujo a toda prisa, sin importarle el riesgo, su mente ocupada únicamente en llegar a la clínica prestigiosa donde esperaba respuestas.
Su respiración era agitada, y sus manos apretaban el volante con fuerza, hasta que finalmente llegó al edificio.
Se dirigió directamente al área de laboratorios, sus pasos rápidos resonando contra los fríos pisos de mármol. La ansiedad le consumía.
Esperaba impaciente, mirando cada minuto cómo pasaban los segundos. Entonces, Félix apareció de repente.
—¡¿Lo conseguiste?! —preguntó, con los ojos brillando de urgencia.
Su hermano negó con la cabeza, pero traía consigo un tubo de sangre con una nota cuidadosamente escrita con el nombre de la dueña.
—Por desgracia, el tipo se negó a hablar, pero traje lo que me pediste —dijo, entregando la muestra.
Cuando la doctora apareció, Sienna se acercó con determinación y le entregó las muestras.
—Necesito que me digan qu