Alexis la levantó del suelo con brutalidad. Su fuerza contrastaba con la fragilidad de su cuerpo. Apretó sus mejillas con una mano temblorosa de rabia contenida. Acercó su rostro al de ella, tan cerca que podía sentir el temblor de sus labios, el aroma de su miedo… y aun así, deseó besarla. Su deseo era fuego, pero su odio era hielo.
—Bien —susurró con una voz grave que rozaba la crueldad—. Entonces harás lo que yo diga. Solo así podrás ver a tu hija. Pero si llegas a fallarme una sola vez, si te atreves a desobedecerme... no volverás a tenerla entre tus brazos nunca más.
La soltó de golpe. Sienna cayó al suelo como si se hubiese roto por dentro. Las lágrimas le nublaron la vista mientras su cuerpo entero temblaba. Sollozó, derrotada.
Aun así, se arrastró hasta la cama donde yacía su pequeña Melody. La abrazó con fuerza, temiendo que fuera la última vez.
—Nunca te perderé… —susurró contra su frente—. Haré lo que sea para protegerte. Mamá no es una mala mujer, te lo juro, mi amor… te l