Capítulo: Perderlo todo.
De pronto, el silencio del pasillo se quebró.
Las puertas del lugar se abrieron de golpe y un grupo de hombres entró con paso firme.
Eran los guardias de Alexis. El eco de sus botas resonó con dureza, como si cada pisada anunciara la tragedia.
—Llévensela —ordenó una voz grave, sin titubeos, sin humanidad.
Ella intentó resistirse, la confusión le golpeaba más fuerte que las manos que la sujetaban.
—¡No, espera, Alexis! —gritó con el corazón estrujado—. ¿A dónde me llevan?
Pero nadie respondió.
El silencio se convirtió en una muralla más cruel que las cadenas invisibles que la arrastraban. Los hombres la sujetaron sin piedad, y ella fue llevada como un objeto, como un recuerdo incómodo que debía desaparecer de inmediato. Su voz se quebraba en súplicas, pero no había compasión, ni una sola mirada que reflejara clemencia.
***
Alexis quedó en medio del pasillo, inmóvil, como si aquel instante le hubiese robado el alma.
Sus ojos buscaron los de Sienna. Ella estaba ahí, con las mejillas bañ